Crónicas de una clase de Español: Los Caminantes Venezolanos.
‘Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor’ — Desmond Tutu
Empezamos la clase puntualmente a las 10:30 de una fría mañana de sábado en abril. En la escuela donde trabajo, nuestras clases van de lunes a sábado. Lo sé, no es lo ideal para muchos colegas quienes realmente atesoran sus fines de semana. Después de todo, la nuestra es una atípica escuela residencial de algún lugar del Noreste Americano. Ahí, cerca de donde intersectan los estados de Vermont, New Hampshire y Massachussets, en pleno corazón de Nueva Inglaterra.
Fueron llegando los estudiantes. Uno por uno. Algunos quejándose de que todavía no hace calor suficiente. Otros tantos preguntándose por qué habían leído en su otra clase de humanidades un libro sobre la historia de la esclavitud en Estados Unidos y sus compañeros de la clase previa a la nuestra se rehusaban a querer hablar más abiertamente de los sistemas de la opresión sistemática hacia las minorías raciales del país del Tío Sam. En medio de las acaloradas discusiones, nos fuimos acomodando poco a poco.
Ahí, a través de la ventana, todavía se vislumbran los restos de la última nevada que pareciera estarle haciendo estragos a los pequeños capullos de tulipanes, intentando florecer en vano, hasta que suba un poco más ese calorcito tan añorado. Tan extrañado. Ya quieren que llegue su bienamado verano.
Procedí a conectar la computadora al proyector. Todos los estudiantes cambiaron el semblante. Ya se les había advertido que la clase de hoy iba a ser difícil de digerir con anterioridad. Así lo planeamos en el syllabus desde hace algún tiempo. Una o dos bromas después, comencé a hablar con todos ellos con la voz un poco temblorosa.
Esta es una clase de Español de las llamadas avanzadas. En los estándares del marco europeo, digamos que mi grupo estaría en el nivel C1/C2. Aquí, en EEUU, estaríamos en el Advanced Placement, aunque la institución en donde laboro no comulgue con las teorías de estos exámenes estandarizados.
Volviendo a la clase, estuvimos prestos y dispuestos a meternos de lleno en nuestra unidad temática sobre Inmigración. Ya habíamos hablado con anterioridad de las historias de migrantes en todo el mundo. Leímos y hablamos de historias tan ricas, profundas, y variadas desde el punto de vista de los verdaderos protagonistas de esas historias: los migrantes. Después de todo, el trabajar en una escuela de carácter progresista me permite tomarme ciertas libertades a la hora de planear algunas unidades temáticas.
La retórica anti-inmigrante de la actual administración de EEUU me obliga a ser congruente y consistente con mis valores y mis principios de equidad y de justicia social. ¿Cómo no iba a hacerlo dentro de mi salón de clases? Si tengo la plataforma, la voz, y el privilegio que otros quisieran. Creía justo y necesario hacer algo al respecto.
Para darles un poco más de contexto en la misión y visión de la escuela en donde laboro y como se definió en su momento: a diferencia del movimiento de la Escuela Activa europea, el movimiento progresista americano tuvo desde sus comienzos un fuerte contenido de reforma social, comprometido con la crítica a las limitaciones de la democracia y de la economía del momento. (González-Monteagudo). Conviene recordarme lo privilegiado que soy al estar en un espacio donde puedo hablar libremente y sin temor a la censura. A practicar realmente lo que significa practicar la docencia como si fuera, en palabras de Freire, un acto político.
Habiéndoles dicho esto, avanzada un poco la clase, procedí a mostrar algunas imágenes de una presentación de diapositivas. Se veían fotos fuertes, tristes, desoladoras. El tema de hoy eran los migrantes de Venezuela. Comencé tratando de resaltar los valores tan bellos que tienen los migrantes venezolanos, bautizados por los medios de comunicación simplemente como caminantes.
De acuerdo a Human Rights Watch, más de 2,3 millones de venezolanos se han ido del país desde 2014, según datos de las Naciones Unidas. Muchos otros, de una población total de 32 millones de personas, se han ido sin que fueran registrados por las autoridades.
Claro. Los números son escalofriantes en muchos sentidos; pero tristemente no dejan de ser simplemente números en las mentes de algunos jóvenes, adolescentes, en plena etapa de formación de identidades, de valores, de la constante construcción de empatía, de qué significa “revisar su privilegio” constantemente.
Mientras más les hablaba de esto, más se me hacía un nudo en la garganta. Ellos saben que soy mexicano de nacimiento. Naturalizado estadounidense. Dentro de mi sé que, como profesor de Español como segundo idioma, mi deber de alzar la voz es aun más fuerte que simplemente enseñarles a conjugar verbos mecánicamente; como si fueran aquellos años de nuestra experiencia adolescente en escuelas públicas, en donde se nos enseñaba a recitar el “ácido desoxirribonucleico”, en las clases de ciencias; a fin de poder escribirlo correctamente en un examen estandarizado.
No es así aquí. Al menos, no en mi clase. Sé que tengo muchos colegas quienes constante y sutilmente me reprochan que estos temas le corresponden a otros ámbitos de la docencia. Todavía, en la mente de algunos, se tiene el estigma de que un profesor de Español como segundo idioma simplemente debería enseñar una versión estereotipada del idioma para fines turísticos o laborales.
¿Quién dijo que en una clase de Español no se puede enseñar también a cultivar valores? ¿A generar diálogos a través de las diferencias? Partiendo de un punto donde se han trabajado ciertas estructuras gramaticales de manera implícita, con un esqueleto del modo Subjuntivo bien definido, y mucha, pero mucha práctica; se pueden ir sentando bases sólidas y creando confianza en esos temerosos estudiantes anglosajones. Lo que estoy promoviendo -o al menos, intentando hacer desde mi trinchera privilegiada- es una constante revisión de nuestro currículum adecuándonos a los tiempos actuales. Dijo John Dewey: si les enseñamos a los estudiantes de hoy como les enseñamos ayer, les estaremos robando el mañana.
El uso de materiales auténticos en la voz de los vlogueros de Youtube y de los reportajes audiovisuales de canales poderosamente mediáticos sin lugar a dudas ayuda en demasía. Aquí, se crean espacios para el diálogo y la reflexión. Si se dijo algo en Español incorrectamente, o se usó un verbo equivocado a los estándares de la RAE, al menos dentro del salón de esta clase no sería el punto más crítico. La autocorrección debería seguir creciendo de manera orgánica y natural. Puedo notar esos deseos de decir lo que realmente piensas, sin temor, sin caer en excesos de confianza. Ese es el perfil que idealizo en mis estudiantes todos los días. Es un bonito trabajo en progreso constante.
En un mundo ideal, quisiera que al final de la clase, los estudiantes sepan las diferencias entre “qué pensar” y “cómo pensar”. Quizás en mi utopía pedagógica podrían llegar a hacerlo mientras se encuentran en el proceso de la adquisición de una segunda lengua en todos sus componentes posibles (visual, auditivo, escrito, etc) Suena ambicioso, pero de alguna manera parece estar funcionando mejor de lo que me hubiera imaginado. Tomar estos riesgos es lo que me ha estado llevando a ver resultados tangibles y medibles en muchos casos recientes.
Humanizar las historias de migrantes en todo el mundo es un esfuerzo que se logra de múltiples formas. En esta clase se manifiesta simplemente como si fuera un granito de arena, en una titánica labor de concientizar y de crear esos espacios en donde se validen una y cada una de estas historias.
Ya es hora de irnos. Los estudiantes tienen tarea: un vlog de reflexión. Mientras escribo estas líneas, me quedo con lo que dijo una de mis estudiantes: es bueno que muchos países vecinos de Venezuela no les pidan visa para entrar a sus países. Es positivo ver cómo los están ayudando. ¡Usaste el Subjuntivo correctamente! Hoy fue un día productivo.
García, Elena Cano, Jaume Trilla, and José González-Monteagudo. El Legado Pedagógico Del Siglo XX Para La Escuela Del Siglo XXI. Barcelona: Graó, 2015. https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/70705/0 2001 ch Dewey Graò.pdf?sequence=1.
Tutu, Desmond, Mpho A. Tutu, Douglas Carlton Abrams, and Enrique Mercado. El Libro Del Perdón: El Camino De Sanación Para Nosotros Y Nuestro Mundo. Ciudad De México: Océano Esprés, 2017.
Dewey, John. Moral Principles in Education. New York: Philosophical Library, 1959.
Taraciuk, Tamara. “Los Caminantes Venezolanos.” Human Rights Watch. September 06, 2018. Accessed April 06, 2019. https://www.hrw.org/es/news/2018/09/05/los-caminantes-venezolanos.